martes, 26 de junio de 2012

Capitulo 15


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Tu
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“¿Estas durmiendo?”, la voz de Justin era apenas un susurro. Pero dentro del cuarto oscuro donde él no pertenecía, fue como un grito. Me rodé en mi cama hacia el lado donde él se encontraba recostado en el piso. Un oscuro panda en acurrucado en su nido cubierto de almohadas y frazadas. Su presencia, tan extraña y maravillosa parecía llenar la habitación y presionarse contra mí. Yo no creía que sería capaz de volver a dormir otra vez.

“No”, le respondí.

“¿Puedo hacerte una pregunta?”

“Ya lo hiciste”, dije bromeando. Él hizo una pausa consiederandolo.

“Bueno, entonces, ¿Puedo hacerte dos preguntas?”

“Lo acabas de hacer”. Justin gruñió y me lanzó una de las almohadas más pequeñas, voló sobre la habitación, como un proyectíl y golpeó mi cabeza.



“Entonces eres inteligente” me dijo. Yo sonreí en la oscuridad.
“Ok, juguemos, ¿qué es lo que quieres saber?” 
“A ti te mordieron” finalmente dijó Justin, pero no era una pregunta, yo podía escuchar el interés en su voz, sentir la tensión en su cuerpo incluso estando del otro lado de la habitación. Yo regresé detrás de mis frazadas, escondiéndome de lo que él acbaba de decir. “No lo se”. 


La voz de Justin rozaba un susurro, “¿cómo puedes no saberlo?” me preguntó. Yo encogí los hombros aunque él no lo pudo ver. “Yo era aún muy pequeña”, “Yo también era pequeño” respondió,”Pero sabía lo que estaba pasando”. 


Cuando no le respondí el me preguntó, “¿es por eso que tu solamente te quedaste allí sin hacer nada?, ¿no sabías que te iban a matar?” Me quede mirando hacia la noche oscura a través de la ventana, perdida en la memoria de Justin como lobo, la manada me rodeaba, lenguas y dientes, gruñidos y sacudidas.


 Un lobo se había quedado atrás, sus ojos eran duros, con todo el pelo de su cuello erizado, temblando mientras me veía tirada en la nieve, en el frío, debajo de un blanco cielo que se volvía oscuro. Yo mantuve mis ojos fijos en él. Era hermoso, salvaje y oscuro, ojos mielados tirando a amarillo llenos de una complejidad que no podía entender. Despedía el mismo olor que los demás lobos a mi alrededor, rica, feroz, rancio.


 Incluso en este momento, mientras estaba recostado en mi habitación podía oler el lobo en él, sin importar que ahora estuviera usando ropa quirúrgica y una nueva piel. Afuera se escucho un sutil rugido, y luego otro. El coro de la noche creció, aunque la voz de Justin se extrañaba pero aún asi era hermoso. Mi corazón se aceleró, enfermo de deseo abstracto, y en el piso escuché a Justin dar un suave gemido. El miserable sonido estaba a la mitad, entre humano y lobo, distrayéndome. 


“¿Los extrañas?”, susurré. Justin se levantó de su improvisada cama y se paro junto a la ventana, una desconocida silueta en contraste con la noche. Sus brazos estaban presionados contra su larguirucho cuerpo.”No, sí, no lo se. Me hace sentir. . . enfermo, como si no perteneciera a este lugar”


 Me sonaba familiar. Traté de decirle algo para reconfortarlo, pero no pude pensar en algo que sonara apropiado. “Pero este soy yo”, el insistió señalando su cuerpo. Yo no sabía si el intentaba convencerme a mí o a él mismo. El se quedo en la ventana hasta que el gruñido de los lobos se elevó hasta un crecendo, rompiendo mis ojos en lágrimas.


 “Ven aquí y háblame” le dije, para distraernos a ambos. Justin dio media vuelta, pero no pude ver su expresión. “Esta muy frío el piso, y estas temblando de frío. Sólo ven aquí”.



“¿Qué hay de tus padres?”, dijo él. La misma pregunta que había hecho en el hospital. Estaba apunto de preguntarle porque se preocupaba tanto por ellos, cuando recordé la historia de Justin acerca de sus padres, y las resplandecientes cicatrices de sus muñecas.


 “Tú no conoces a mis padres” le respondí. 
“¿Dónde están?” preguntó.
 “En la inauguración de la galería, eso creo. Mamá es una artista”   Su voz era dudosa, “son las tres de la mañana”. 


Mi voz fue más fuerte de lo que tenía pensado, “solo métete a la cama, confío en que te comportaras y en que no me robaras las sábanas”. Cuando el aún dudaba le dije, “¡ apresúrate antes de que se acabe la noche!” 


Obedientemente él recogió una de las almohadas del suelo, pero volvió a dudar en el lado opuesto de la cama. En la reducida luz yo apenas podía ver su afligida expresión mientras reconsideraba el territorio prohibido de la cama. Yo no estaba segura si debería sentirme encantada por su rechazo a compartir una cama con una chica u ofendida, porque aparentemente no era lo suficientemente bonita como para asaltar el colchón como un toro.


 Finalmente se subió, la cama curjió por su peso y él hizo una mueca antes de colocarse en el extremo más lejano de esta. Ni siquiera debajo de la frazada, yo ahora podía oler mejor él tenue aroma de lobo, y suspiré con una extraña alegría. El suspiró también “Gracias”, dijo él. Demasiado formal, considerando que estaba acostado en mi cama. “De nada”, la realidad de todo esto me pegó en ese momento.


 Allí esta yo en mi cama con un chico que cambiaba de forma. No era cualquier chico que cambiaba de forma , sino, MI LOBO. Yo seguía reviviendo la memoria de la luz del patio trasero, encendiéndose, revelándolo por primera vez, una rara combinación de emoción y nervios hormigueando en mí. 


Justin volteó su rostro para verme, como sí mis nervios hubieran enviado un aviso. Yo podía ver sus ojos brillar en la tenue luz que estaba a unos pies de distancia. “Ellos te mordieron, debiste haber cambiado también, ¿sabes? En mi cabeza, los lobos rodeaban un cuerpo en la nieve, sus labios están manchados de sangre, sus dientes al descubierto, gruñendo a su presa.


 Un lobo, Justin, arrastró el cuerpo lejos del circulo de lobos, el lo cargó entre los árboles en dos pies dejando huellas humanas en la nieve.


Yo sabía que me estaba quedando dormida, así que traté de sacudir el sueño, no podía recordar si le había respondido a Justin. “Algunas veces desearía a ver cambiado” le dije. El cerró sus ojos, a millas de distancia al otro lado de la cama. 


“Algunas veces yo también lo deseo”


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