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Tu:
8.9°C
Cuando mi padre llego a casa yo aun estaba perdida entre el mundo silencioso de los lobos, imaginandome una y otra vez como se sentía el pelo de mi lobo entre mis dedos, aún cuando yo me lave las manos inmediatamente después para poder terminar de preparar la cena. Su profundo aroma se quedo impregnado en mi ropa, haciendo que nuestro encuentro se mantuviera fresco en mi mente. Le había tomado seis años el dejarme tocarlo, abrazarlo, y ahora el me cuidaba, tal como siempre lo hacía.
Yo necesitaba desesperadamente decirselo a alguien, pero sabía que mi papá no compartiría mi emoción, especialmente si los noticieros aún seguian hablando del ataque. Así que mantuve mi boca cerrada. En el salón de la entrada, escuche los pasos de papá., incluso si el aún no me había visto en la cocina, gritó. “La cena huele bien ___________” , se acercó a la cocina y me dio un golpesito en la frente, sus ojos lucían cansados detrás de sus anteojos, pero me sonrió. “¿Dónde esta tu madre?, ¿pintando?”, me preguntó mientras dejaba su abrigo sobre una silla. “¿Acaso alguna vez ha dejado de hacerlo”, le contesté mientras fijaba mi mirada en su abrigo .
“Se que no vas a dejar eso ahí”. Lo tomó de nuevo y con una sonrisa se lo llevo consigo hacia las escaleras. “¡Querida, ya es hora de la cena!”, el llamarle querida a mi mamá me confirmo su buen humor.
Mamá apereció en la cocina en unos segundos. Se habia quedado sin aliento por haber corrido por la escaleras, ella nunca caminaba a ningun lado. Llevaba una mancha de pintura verde en su barbilla. Papá la beso sin importarle la pintura. “¿Has sido buena chica, mi mascota?” le dijo. Ella le coqueteó con un movimiento de pestañas, tenía una mirada que mostraba que ya sabía lo que iba a decir. “La mejor” le respondió, “¿y tu _________?” se dirigió hacia mí. “Mejor que mamá” les dije a los dos.
Papá se aclaró la garganta, para hacer un anunció. “Damas y Caballeros, mi aumentó comienza este viernes”. “¡Oh!” Mamá junto sus manos y bailaba en circulos, mirandose a si misma en el espejo del salón mientras daba de vueltas. “¡Podré rentar ese lugar en el centro de la ciudad! Papá sonrió y asintió en aprovación. “Y pequeña ___________, tu podrás comprarte un nuevo vehiculo en cuanto pueda llevarte a la tienda de autos usados, estoy cansado de llevar tu auto al mecanico”.
Mamá se rió y comenzó aplaudir, bailó por la cocina cantando una canción desconocida para mí. Si ella
rentaba el estudio en el centro de la ciudad, probablemente no volvería a ver alguno de mis padres de nuevo, bueno, excepto a la hora de la cena. Ellos usualmente se aparecía para comer. Pero eso no parecía relevante comparada con la promesa de un mejor medio de transporte.
¿De verdad?, ¿un auto nuevo? Quiero decir uno que si funcione. “En realidad uno menos repulsivo que el que tienes”, prometió papá. “Nada elegante” agregó, lo abrazé. Un coche como ese significaba libertad.
Esa noche me recosté en mi cama con los ojos bien cerrados tratando de dormir. El mundo fuera de mi ventana parecía tan silencioso y cubierto de nieve, era demasiado pronto para la nieve, pero cada sonido parecía imperseptible, demasiado silencioso. Contuve mi respiración y me concentre el la noche. Tratando de escuchar cualquier moviemiento entre esa oscuridad. Lentamente fui escuchando esos suaves clicks que habían roto el silencio alla afuera, llegaban a mis oidos, sonaban como uñas raspando en mi ventana.
¿Acaso había un lobo afuera de mi ventana? Tal vez solo era un mapache, pero después los rasguños continuaron y hubo un rugido, definitivamente no era un mapache. Se me erizaron los bellos detrás de mi cuello. Asi que, usando mi cobertor como una capa y cubriendome, me levanté de la cama y atravesé los
pisos descalza, la media luna iluminaba mi camino, dude un poco, pensando que talvez había soñado el sonido, pero el tac-tac que provenía de la ventana comienza de nuevo. Muevo las cortinas y fijó mi mirada al porche, desde ahí puedo ver que el patio esta vacio, solo los arboles estan allí en forma de cerca entre el profundo bosque y yo.
De pronto una cara aparece directamente en frente de la mía, y me hace saltar en sorpresa, la loba blanca estaba del otro lado del vidrio, muy quieta del otro lado del vidrio congelado. Ella estaba tan cerca que incluso podía ver marcas de viejas heridas entre su rostro, sus profundo ojos se fijaron fuertemente hacia mí, retandome a desviar mi mirada, un leve rugido se cimbró através del vidrio y me sentí como si pudiera leer entre este sonido, tan claro como si estuviera escrito en el aire, “tu no le perteneces, no te puede proteger”, me quede viendola y luego, sin pensar, yo dejé escapar de mis dientes un gruñido.
El sonido que salió de mi nos sorprendio a ambas y ella se alejó de la ventana ella me lazó una mirada de
odio y luego se alejo, orinandose en la esquina del porche antes de regresar al bosque. Yo me mordí el labio debido a la extraña posición de mis dientes despues del gruñido, recogí mi cobertor del suelo y regresé a la cama.
Haciendo de lado mi almohada, hice bola un sueter para usarlo en vez de este, me dormí con el aroma de mi lobo, ramas de pino, lluvia helada, aroma de la tierra , era casi como si el estuviera allí.
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