
Justin:
32 ºC
El día que estuve a punto de hablar con ___________(tn) fue el más caluroso que recuerdo. Aunque la librería tenía aire acondicionado, el calor entraba a bocanadas por la puerta y a través de los ventanales.
Yo estaba acomodado en un taburete tras el mostrador, intentando absorber hasta la última gota del verano. Con el paso de las horas, la luz del mediodía fue destiñendo los libros de las estanterías hasta convertirlos en una versión pálida y brillante de sí mismos, calentando el papel y la tinta que guardaban hasta que flotó en el aire un olor a palabras no leídas.
Disfrutaba de esas cosas cuando era un ser humano. Mientras leía, la puerta se abrió con un tintineo y dejó entrar un soplo de calor sofocante y, con él, tres chicas. Como se reían y bromeaban entre sí, pensé que no necesitaban mi ayuda, así que continué leyendo mientras las oía corretear a lo largo de las estanterías y hablar de cualquier cosa excepto de libros.
No creo que hubiese pensado más en ellas de no ser porque, con el rabillo del ojo, vi cómo una se recogía la melena, de un tono castaño claro, en una coleta. En sí, el gesto no tenía nada de particular, pero permitió que un aroma tenue se extendiese por el aire. Reconocí ese olor. Lo supe de inmediato.
Era ella. Tenía que serlo.
Escondí la cara tras el libro y miré con disimulo hacia las chicas. Las otras dos seguían hablando y gesticulando bajo un pájaro de papel que yo había colgado del techo en la sección infantil. Ella, sin embargo, guardaba silencio; se había separado de sus compañeras y observaba los libros que la rodeaban.
En ese instante, vi su rostro y reconocí algo mío en su expresión. Sus ojos saltaban de anaquel en anaquel buscando vías de escape.
Había imaginado mil versiones de aquella situación, pero, a la hora de la verdad, no supe qué hacer. Estaba allí de verdad. Era diferente cuando la veía en el patio trasero de su casa, leyendo un libro o haciendo los deberes en su cuaderno. Allá, el abismo entre nosotros parecía infranqueable;me sobraban los motivos para mantenerlas distancias.
En cambio, en la librería estábamos muy cerca, por primera vez en el mismo mundo. Nadame impedía aproximarme a ella. Me miró, y yo aparté la vista al instante y me concentré en el libro. No creía que pudiera reconocer mi cara, pero sí mis ojos.
Sí, tenía que reconocer mis ojos.
Deseé que se marchara para recuperar el aliento. Deseé que comprara un libro para tener la oportunidad de hablar con ella. Entonces, una de sus amigas la llamó:
–¡__________(tn), ven y mira esto! La graduación: cómo entrar en la universidad de tus sueños. Suena genial, ¿no crees?
Ella se agachó junto a las demás para examinar los libros, y yo inhalé lenta y profundamente mientras observaba su espalda, esbelta e iluminada por el sol. Vi que se encogía de hombros levemente, como si el interés que mostraba fuese tan solo un gesto de cortesía; luego asintió y señaló otros libros, pero me
pareció que estaba distraída.
La luz que se filtraba porlas ventanas le atrapaba los cabellos sueltos de la coleta y los transformaba en hebras doradas e incandescentes. Me di cuenta de que movía la cabeza hacia delante y hacia atrás de un modo apenas perceptible, al ritmo de la música ambiente.
–Oye...
Di un respingo al ver aparecer una cara frente a mí. No era ___________(tn) sino una de sus amigas, una chica de cabello oscuro y piel algo morena. Llevaba una cámara enorme colgada del hombro y me miraba directamente a los ojos. No decía nada, pero era evidente lo que estaba pensando. Las reacciones a mi color de ojos variaban entre las miradas furtivas y las descaradas; al menos, ella no ocultaba su estupor.
–¿Te importa si te saco una foto? –preguntó. Miré alrededor mientras buscaba una excusa.
–Algunos pueblos piensan que, al sacarle una foto a una persona, le arrebatas también el alma. A mí me parece una forma de pensar bastante acertada, así que lo siento mucho, pero prefiero que no lo hagas –me encogí de hombros con aire de disculpa–. Puedes fotografiar la librería, si quieres.
La tercera chica se colocó junto a la de la cámara; tenía una melena crespa de color castaño y la piel pecosa, e irradiaba tal cantidad de energía que me sentí exhausto.
–¿Ligando, Selena? No tenemos tiempo para eso. Venga, nos llevamos este.
Le cogí el libro de las manos y eché un vistazo fugaz en busca de _____________(tn).
–Diecinueve dólares con noventa y nueve centavos –anuncié.
El corazón me latía con fuerza.
–¿Por una edición de bolsillo? –protestó la chica pecosa mientras me daba un billete de veinte–. Quédate con la vuelta.
En la librería no teníamos un bote para las propinas, así que dejé el centavo en el mostrador, junto a la caja registradora. Metí el libro en una bolsa y me demoré preparando el tique con la esperanza de que ____________(tn) viniese a ver por qué tardaba tanto.
Pero ella se quedó en la sección de biografías, leyendo los títulos de los lomos con la cabeza ladeada. La muchacha pecosa cogió la bolsa y nos sonrió a Selena y a mí. Después, ambas se reunieron con ____________(tn) y se encaminaron hacia la puerta.
«Date la vuelta, __________(tn) .Mírame. Estoy aquí». Si se hubiese vuelto en aquel momento, me habría visto los ojos y me habría reconocido, sin duda.
La chica de las pecas abrió la puerta con un tintineo y les dedicó a sus compañeras un gesto de impaciencia: era hora de irse. Selena volvió la cabeza durante un instante y nuestras miradas se encontraron.Me daba cuenta de que estaba observando a las chicas con descaro –a ____________(tn), en realidad–, pero no podía evitarlo.
Selena frunció el ceño y puso un pie en la calle.
–_____________(tn), vámonos ya –insistió la muchacha pecosa.
Me dolía el pecho; mi cuerpo hablaba un lenguaje que mi mente no era capaz de comprender. Esperé.
Pero _______________(tn) , la única persona en el mundo a quien deseaba conocer, se limitó a acariciar con un dedo la cubierta de un libro del mostrador de novedades, y luego salió de la librería sin advertir que yo estaba allí, a su alcance.
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Chicas este capitulo fue largo tal vez el viernes escriba otro o antes no lo se ya veremos, siempre estén pendientes de la otra novela Dreams Come True, Sigan comentando y tal vez pongo otro tan largo como este.